“Rosa de
tango, tu taconear en la vereda.
Rosa de tango,
como el piropo que te enreda.
Todos tus
caminos eran tangos…” Rosa
de Tango, Luis Rubisteir, 1944.
“Rosa de
tango, tu taconear en la vereda.
Rosa de tango,
como el piropo que te enreda.
Todos tus
caminos eran tangos…” Rosa
de Tango, Luis Rubisteir, 1944.
Las suecas, las alemanas y las nórdicas
son de talle 40. Las latinas, un 37-38 y las japonesas un 34-35.
“Lo principal del tango, es el taco”
cuenta “Maru” de 48 años y le pregunta a una clienta:
− ¿De donde son?
− Colombia.
− ¿Participaron en el mundial?
− Así es.
− ¿Y como les fue?
− Muy bien por suerte.
Doce cajas de zapatos tiradas por el
piso, finas medias largas arrugadas en una esquina y unos tacos de lentejuelas
rojas apoyados sobre la alfombra. “Un poco más altos”, exige la colombiana
pelirroja de corte extravagante, cabello largo por un lado de la cabeza y corto
por el otro. Tiene dos acompañantes. El de remera naranja es su pareja y el de
camisa celeste con el dobladillo del cuello acomodado hacia arriba, es su
profesor de tango. Con preocupación, el novio le pregunta cuantos zapatos se quiere llevar y ella
responde entusiasta: “Me llevaría diez”.
Cuatro personas ingresan al local en
busca de zapatos de calidad. Llama la atención una bronceada cincuentona que
viste un brilloso conjunto gris y usa unos lentes de prominente ojo de gato. Se
acerca a examinar las estanterías que
exhiben los tacos de tango y analiza modelo por modelo. ¿Rojo o verde? ¿Punta
abierta o punta cerrada? ¿Brillo o volados? ¿Clásico o extravagante? Se decide
por los verdes de punta abierta con volados colorados y esforzándose, consulta
con acento italiano: “Cuanto questo?” Maru, empleada de Comme Il Fault hace once años, le indica:”970 $”. El par que elige
es de los más baratos, ya que los precios van desde 950 $ hasta 1100 $.La rubia
teñida mira a su pareja de largo bigote francés y este le hace un gesto de
aprobación. Mientras tanto, una pareja
argentina se sienta sobre un sillón y pregunta por un diseño nuevo. Karina, una
mujer sonriente que atiende el lugar hace ya cuatro años, les alcanza unos
zapatos rayados blanco y negro. La porteña se arremanga su pollera larga hasta
el tobillo, se quita sus botas altas y se prueba con delicadeza el stiletto. Se para a la perfección, toma
a su marido de la mano y lo invita a bailar unos pequeños pasos de tango. “Los
tacos te elevan, son necesarios para bailar, te facilitan todos los
movimientos” comenta la vendedora apasionada.
Maru, como le dicen sus compañeras,
revolea sus rulos yendo de acá para allá. “Se equivoca, usted es un 38, no un 37.” , recomienda con un cierto
tono de superioridad. El consejo mas útil que tiene a la hora de elegir el
calzado es : usar un talle menos del que siempre utiliza. “El taco debe estar
bien pegado al pie, así, cuando uno baila, lo único que le importa es el baile
mismo.”, señala. La señora de baja estatura esta vestida de camisa blanca y
pantalón negro. Tiene las cejas depiladas de forma prolija y parece no tener un
gramo de maquillaje encima. Su prenda clave son las zapatillas deportivas, a pesar de no estar en
forma.
Sobre Arenales al 1239, hay un pasillo
pintoresco llamado “les Rue des Artisans”.
Una galería repleta de variados locales de diseñadores independientes o de
marcas, pero marcas exclusivas, conocidas únicamente en el mundo de la alta
costura. A las 3 de la tarde de un viernes, parece un pasillo desértico pero al
subir al primer piso de este paseo de compras en Recoleta, te encontrás con la
tienda oficial. Nada de prensa, ni de publicidad. La fama de tener los zapatos
de tango con diseños únicos en elegancia, se la gana por el simple boca en
boca. “Los eligen porque son los más
lindos y los más cómodos. Anda a cualquier milonga a preguntar” declara la
vendedora, jactándose del éxito de la marca.
Ahora, en la escena, 7 de las 10 personas
en el showroom, son extranjeras. “El 80 % de los clientes son de afuera”,
explica Karina mientras se balancea sosteniendo diez cajas. Hasta la princesa
de Liechestein y Rania de Jordania tienen su par zapatos de Comme Il Faunt. “La misma Carolina Herrera
vino hasta este local a buscar los suyos” ,agrega la empleada de los rulos
imponentes. Sin embargo, también hay fieles clientas argentinas como Emilia
Attias o Carla Petterson.
“Acá vino la hija de Tato Bores y la hija
de Serrat. La reina de Jordania también vino porque su maquilladora que era de
Estados Unidos y su peluquera, francesa, le recomendaron el lugar.”, expresa la
empleada más antigua del showroom.
El local es espacioso, hay nueve sillas y
sillones de diseños originales. La decoración con temática de tango, está en
todos los detalles, hay revistas de este tipo de baile, antiguos maleteros de
zapatos ubicados en los bordes de las dos grandes ventanas, un cuadro en la
pared rosa del fondo con un gran stiletto
pintado, tacos brillosos en miniatura que se utilizan como apoya papeles,
llaveros, imanes o porta fotos y hay hasta sobres con la silueta de un clásico
zapato tanguero. Roxana, la nueva empleada de 23 años, corre a atender el
teléfono con forma de zapato que esta sobre una amplia mesa antigua llena de
papeles desordenados. “No, no lo podemos decir el precio por acá. Sí sí, si viene
al local la van a poder asesorar, la atención es personalizada. Esta es la
tienda oficial, no hay otras. Bueno, lo esperamos.”, explica la veinteañera.
Sobre una pared lateral, cuelgan cuadros
con collages de calzados e incluye recortes de revistas que cuentan la historia
del lugar. Alicia Muñiz habitué de las milongas de Buenos Aires, cansada de la
mala calidad de los zapatos que usaba, se asoció con
Raquel Coltrinari, también milonguera y
formaron Comme Il Fault, traducido al
español significa “como debe ser”. Desde el 2003 que lanzan colecciones que
resaltan por su uso poco convencional del color y por sus combinaciones
infinitas de más de cien materiales. “Cada semana hay tacos distintos porque
las bailarinas no pueden coincidir, cada una debe tener su distinción.”,
comenta Karina.
“Mire señora, hay dos tipos de dólares y
dos tipos de euros. Compra acá y nosotras le hacemos el cambio”, Maru le
explica con poca tolerancia a la italiana. “¿Me esta tomando el pelo esta
señora? Quería el color que no había y solo ese. Que se lo mande a hacer!”, le
comenta en secreto a Karina y toma un poco de café de su taza de Starbucks.
La extranjera se mira una vez al espejo vintage y sin dudarlo mas, se los
compra y paga con la tarjeta de crédito de su marido. “Grazie mille”, dice la
rubia y sale de la mano de su pareja. Luego se acerca a la caja la colombiana
quien paga en efectivo 2.120$ por dos pares de zapatos y se retira junto a sus
acompañantes.
Mientras suena “Hit the road Jack”, de
Ray Charles, ingresa al local una señora alta de pelo rubio corto y una joven
rubia platinada con un bolso de Louis
Vuitton. “Venimos a buscar zapatos de fiesta para un casamiento.”, aclara
la mujer de unos treinta años y señalando a la otra dice: “Mi amiga, no es de
acá, es de Estados Unidos y quería comprarse unos zapatos bien de tango, por
eso la traje acá. Nos traen opciones, ¿por favor?”. Luego le comenta a su amiga
en un inglés fluido: “Creo que soy talle 40 pero necesito que sea bien
justo.” Ella, en inglés, le responde
riéndose: “Yo soy talle 41. No mi edad… eso quisiera.”: Huele a Paco Rabanne: “Black XS”, y su olor
inunda cada rincón de la tienda. Raquel trae diez cajas abiertas y la americana
clavo sus mirada en unos, “Rojo y negro perfecta combinación”, comenta en
inglés. La estadounidense se saca sus tacos negros de suela roja, la marca
registrada de los Louboutin y la
argentina se quita sus chatitas. Las dos empiezan a probarse los zapatos, se
los ponen, caminan, se los sacan, se ponen otros, caminan, se los sacan y así
sucesivamente. De dos colores, de tres colores, rayados, con lunares,
cuadriculados, con brillos, con lentejuelas, de cebra, de leopardo, con
volados, la cantidad de distintos diseños es incontable. “El concepto es así,
cuanto mas llamativo y mejor es el zapato, mejor es la bailarina. Depende de
cada cultura eligen cosas diferentes. A muchas mujeres le gustan los brillosos
pero no se los llevan porque no bailan bien, no quieren ser observadas. Cada
una se lleva el taco que cree que merece su pie.”, sostiene Maru luego de
tantos años de experiencia.
Los stilettos
casi tan finos como una aguja, pueden medir desde 7 hasta 12 cm . A primera impresión,
parecen incómodos. Maru trae cinco pares y básicamente me obliga a probarlos.
Mis pies se deslizan sobre la delicada textura del zapato y los cierro. Ahora
me tengo que parar, si puedo. Tengo enfrente de mí a muchas mujeres y estoy
segura de que ninguna se cayó cuando se paró con estos tacos. Vuelvo a mirar a
Maru y me dice, “Dale párate. Vas a ver
que no pasa nada. Normalmente se piensa que cuando el taco es mas fino, hay
menos equilibrio. Es un concepto erróneo, todo esta en apoyar bien la planta
del pie. Concéntrate en eso” Tomo coraje. Me paro. Al ver mi reflejo en el
espejo, hago un registro minucioso de lo que veo y noto que estos zapatos me
estilizan, me dan más feminidad que otros tacos. Llego la hora de caminar. Doy
un paso, doy otro paso y finalmente entiendo lo que me dice. “¿Ves lo que son?
Son perfectos. El taco estiliza, son cómodos y la textura no molesta para nada.
”, confirma Maru.
“Es lindo el talón. ¿1100 pesos, no? ¿Me
los reservas? Porque vivo lejos, en Tortuguitas, en un barrio cerrado lejos. Le
quiero comprar los zapatos a mi amiga en efectivo y no me alcanza. La semana
que viene paso si o si, necesito otro par más.” Karina acepta pero le advierte
que las reservas son solo por un día.
Mientras se retiran, la turista de pelo
corto se dirige a esta vendedora y le confiesa en una mezcla de inglés y
español: “Me encantan. Muy zapatos de tangou. Voy a volver a comprarle a mi
madre unos para su cumpleañous.”
Trinidad Tiscornia