martes, 1 de octubre de 2013

El objeto fetiche del tango


“Rosa de tango, tu taconear en la vereda.
Rosa de tango, como el piropo que te enreda.
Todos tus caminos eran tangos…” Rosa de Tango, Luis Rubisteir, 1944.

 Las suecas, las alemanas y las nórdicas son de talle 40. Las latinas, un 37-38 y las japonesas un 34-35.
“Lo principal del tango, es el taco” cuenta “Maru” de 48 años y le pregunta a una clienta:
− ¿De donde son?
− Colombia.
− ¿Participaron en el mundial?
− Así es.
− ¿Y como les fue?
− Muy bien por suerte.
Doce cajas de zapatos tiradas por el piso, finas medias largas arrugadas en una esquina y unos tacos de lentejuelas rojas apoyados sobre la alfombra. “Un poco más altos”, exige la colombiana pelirroja de corte extravagante, cabello largo por un lado de la cabeza y corto por el otro. Tiene dos acompañantes. El de remera naranja es su pareja y el de camisa celeste con el dobladillo del cuello acomodado hacia arriba, es su profesor de tango. Con preocupación, el novio le pregunta  cuantos zapatos se quiere llevar y ella responde entusiasta: “Me llevaría diez”.

Cuatro personas ingresan al local en busca de zapatos de calidad. Llama la atención una bronceada cincuentona que viste un brilloso conjunto gris y usa unos lentes de prominente ojo de gato. Se acerca a examinar  las estanterías que exhiben los tacos de tango y analiza modelo por modelo. ¿Rojo o verde? ¿Punta abierta o punta cerrada? ¿Brillo o volados? ¿Clásico o extravagante? Se decide por los verdes de punta abierta con volados colorados y esforzándose, consulta con acento italiano: “Cuanto questo?” Maru, empleada de Comme Il Fault hace once años, le indica:”970 $”. El par que elige es de los más baratos, ya que los precios van desde 950 $ hasta 1100 $.La rubia teñida mira a su pareja de largo bigote francés y este le hace un gesto de aprobación.  Mientras tanto, una pareja argentina se sienta sobre un sillón y pregunta por un diseño nuevo. Karina, una mujer sonriente que atiende el lugar hace ya cuatro años, les alcanza unos zapatos rayados blanco y negro. La porteña se arremanga su pollera larga hasta el tobillo, se quita sus botas altas y se prueba con delicadeza el stiletto. Se para a la perfección, toma a su marido de la mano y lo invita a bailar unos pequeños pasos de tango. “Los tacos te elevan, son necesarios para bailar, te facilitan todos los movimientos” comenta la vendedora apasionada.

Maru, como le dicen sus compañeras, revolea sus rulos yendo de acá para allá. “Se equivoca, usted es un 38, no un 37.”, recomienda con un cierto tono de superioridad. El consejo mas útil que tiene a la hora de elegir el calzado es : usar un talle menos del que siempre utiliza. “El taco debe estar bien pegado al pie, así, cuando uno baila, lo único que le importa es el baile mismo.”, señala. La señora de baja estatura esta vestida de camisa blanca y pantalón negro. Tiene las cejas depiladas de forma prolija y parece no tener un gramo de maquillaje encima. Su prenda clave son las  zapatillas deportivas, a pesar de no estar en forma.
Sobre Arenales al 1239, hay un pasillo pintoresco llamado “les Rue des Artisans”. Una galería repleta de variados locales de diseñadores independientes o de marcas, pero marcas exclusivas, conocidas únicamente en el mundo de la alta costura. A las 3 de la tarde de un viernes, parece un pasillo desértico pero al subir al primer piso de este paseo de compras en Recoleta, te encontrás con la tienda oficial. Nada de prensa, ni de publicidad. La fama de tener los zapatos de tango con diseños únicos en elegancia, se la gana por el simple boca en boca. “Los eligen porque son  los más lindos y los más cómodos. Anda a cualquier milonga a preguntar” declara la vendedora, jactándose del éxito de la marca.
Ahora, en la escena, 7 de las 10 personas en el showroom, son extranjeras.  “El 80 % de los clientes son de afuera”, explica Karina mientras se balancea sosteniendo diez cajas. Hasta la princesa de Liechestein y Rania de Jordania tienen su par zapatos de Comme Il Faunt. “La misma Carolina Herrera vino hasta este local a buscar los suyos” ,agrega la empleada de los rulos imponentes. Sin embargo, también hay fieles clientas argentinas como Emilia Attias o Carla Petterson. 
“Acá vino la hija de Tato Bores y la hija de Serrat. La reina de Jordania también vino porque su maquilladora que era de Estados Unidos y su peluquera, francesa, le recomendaron el lugar.”, expresa la empleada más antigua del showroom.

El local es espacioso, hay nueve sillas y sillones de diseños originales. La decoración con temática de tango, está en todos los detalles, hay revistas de este tipo de baile, antiguos maleteros de zapatos ubicados en los bordes de las dos grandes ventanas, un cuadro en la pared rosa del fondo con un gran stiletto pintado, tacos brillosos en miniatura que se utilizan como apoya papeles, llaveros, imanes o porta fotos y hay hasta sobres con la silueta de un clásico zapato tanguero. Roxana, la nueva empleada de 23 años, corre a atender el teléfono con forma de zapato que esta sobre una amplia mesa antigua llena de papeles desordenados. “No, no lo podemos decir el precio por acá. Sí sí, si viene al local la van a poder asesorar, la atención es personalizada. Esta es la tienda oficial, no hay otras. Bueno, lo esperamos.”, explica la veinteañera.
Sobre una pared lateral, cuelgan cuadros con collages de calzados e incluye recortes de revistas que cuentan la historia del lugar. Alicia Muñiz habitué de las milongas de Buenos Aires, cansada de la mala calidad de los zapatos que usaba, se asoció con
Raquel Coltrinari, también milonguera y formaron Comme Il Fault, traducido al español significa “como debe ser”. Desde el 2003 que lanzan colecciones que resaltan por su uso poco convencional del color y por sus combinaciones infinitas de más de cien materiales. “Cada semana hay tacos distintos porque las bailarinas no pueden coincidir, cada una debe tener su distinción.”, comenta Karina.

“Mire señora, hay dos tipos de dólares y dos tipos de euros. Compra acá y nosotras le hacemos el cambio”, Maru le explica con poca tolerancia a la italiana. “¿Me esta tomando el pelo esta señora? Quería el color que no había y solo ese. Que se lo mande a hacer!”, le comenta en secreto a Karina y toma un poco de café de su taza de Starbucks.
La extranjera se mira una vez al espejo vintage y sin dudarlo mas, se los compra y paga con la tarjeta de crédito de su marido. “Grazie mille”, dice la rubia y sale de la mano de su pareja. Luego se acerca a la caja la colombiana quien paga en efectivo 2.120$ por dos pares de zapatos y se retira junto a sus acompañantes.

Mientras suena “Hit the road Jack”, de Ray Charles, ingresa al local una señora alta de pelo rubio corto y una joven rubia platinada con un bolso de Louis Vuitton. “Venimos a buscar zapatos de fiesta para un casamiento.”, aclara la mujer de unos treinta años y señalando a la otra dice: “Mi amiga, no es de acá, es de Estados Unidos y quería comprarse unos zapatos bien de tango, por eso la traje acá. Nos traen opciones, ¿por favor?”. Luego le comenta a su amiga en un inglés fluido: “Creo que soy talle 40 pero necesito que sea bien justo.”  Ella, en inglés, le responde riéndose: “Yo soy talle 41. No mi edad… eso quisiera.”: Huele a Paco Rabanne: “Black XS”, y su olor inunda cada rincón de la tienda. Raquel trae diez cajas abiertas y la americana clavo sus mirada en unos, “Rojo y negro perfecta combinación”, comenta en inglés. La estadounidense se saca sus tacos negros de suela roja, la marca registrada de los Louboutin y la argentina se quita sus chatitas. Las dos empiezan a probarse los zapatos, se los ponen, caminan, se los sacan, se ponen otros, caminan, se los sacan y así sucesivamente. De dos colores, de tres colores, rayados, con lunares, cuadriculados, con brillos, con lentejuelas, de cebra, de leopardo, con volados, la cantidad de distintos diseños es incontable. “El concepto es así, cuanto mas llamativo y mejor es el zapato, mejor es la bailarina. Depende de cada cultura eligen cosas diferentes. A muchas mujeres le gustan los brillosos pero no se los llevan porque no bailan bien, no quieren ser observadas. Cada una se lleva el taco que cree que merece su pie.”, sostiene Maru luego de tantos años de experiencia.

Los stilettos casi tan finos como una aguja, pueden medir desde 7 hasta 12 cm. A primera impresión, parecen incómodos. Maru trae cinco pares y básicamente me obliga a probarlos. Mis pies se deslizan sobre la delicada textura del zapato y los cierro. Ahora me tengo que parar, si puedo. Tengo enfrente de mí a muchas mujeres y estoy segura de que ninguna se cayó cuando se paró con estos tacos. Vuelvo a mirar a Maru y me dice, “Dale párate. Vas  a ver que no pasa nada. Normalmente se piensa que cuando el taco es mas fino, hay menos equilibrio. Es un concepto erróneo, todo esta en apoyar bien la planta del pie. Concéntrate en eso” Tomo coraje. Me paro. Al ver mi reflejo en el espejo, hago un registro minucioso de lo que veo y noto que estos zapatos me estilizan, me dan más feminidad que otros tacos. Llego la hora de caminar. Doy un paso, doy otro paso y finalmente entiendo lo que me dice. “¿Ves lo que son? Son perfectos. El taco estiliza, son cómodos y la textura no molesta para nada. ”, confirma Maru.

“Es lindo el talón. ¿1100 pesos, no? ¿Me los reservas? Porque vivo lejos, en Tortuguitas, en un barrio cerrado lejos. Le quiero comprar los zapatos a mi amiga en efectivo y no me alcanza. La semana que viene paso si o si, necesito otro par más.” Karina acepta pero le advierte que las reservas son solo por un día.
Mientras se retiran, la turista de pelo corto se dirige a esta vendedora y le confiesa en una mezcla de inglés y español: “Me encantan. Muy zapatos de tangou. Voy a volver a comprarle a mi madre unos para su cumpleañous.”

¿Ve a ese hombre de mostacho con una mirada perdida? Ese hombre  es ecuatoriano y entró en silencio hace unos cinco minutos. Esta sentado en un sillón de la esquina, mirando perplejo la cantidad de zapatos que hay. Esta fuera de su zona de confort pero sin embargo, esta dispuesto a cumplir con su misión romántica. Maru y Karina se ubican a su costado, mientras Raquel mete los zapatos, que se probaron las dos rubias, dentro de sus respectivas cajas. “Miren, quiero algo muy especial para ella porque ella es muy especial para mí”, declara Gabriel con tonada latina y agrega con seguridad: “Ella usa mucho fucsia”. Karina se retira a recolectar todos los tacos fucsia o rojos que encuentre. Maru le explica al ecuatoriano como se mueve el pie en el tango para que entienda la diferencia entre un taco abierto o cerrado. Pero se va de tema y dice: “Es como el matambre, si le pones mucho condimento es porque no es bueno. Si en el tango hacés mucho firulete es porque querés mostrar demasiado y eso quiere decir que no sos bueno. Si bailas bien, sabes bailar en baldosa” El hombre transpira y se afloja unos botones de la camisa. “¿Querés algo clásico que le puede ir con todos los colores? Porque sino quizás se la juega mucho.”, sugiere la empleada mayor. “Yo quiero algo que deslumbre”, apunta Gabriel y Maru le responde con una sonrisa:”Por eso no se preocupe, que en el tango, el zapato lo es todo para una mujer.”

Trinidad Tiscornia

No hay comentarios:

Publicar un comentario